15 agosto 2010

Crónicas viajeras: 14-16 abril

Y seguimos con las crónicas de La Réunion...

Día 14

Nos levantamos bien tempranito para coger una serie de autobuses que, tras más de dos horas, nos dejarían en le Bélier, un pueblo entre los circos de Salazie y Mafate. En el último autobús habían unos niños nativos que nos miraban y no paraban de partirse de risa en nuestra cara. Ya no sabías si estaban emocionados al ver a extranjeros que hablaban español (es el segundo idioma que la mayoría estudia en la escuela), o simplemente de las pintas que llevábamos, qué sé yo. El caso es que había uno de ellos que tenía unas paletas (dientes) impresionantes. Me recordaba al chiquillo de la gorra de Los Diminutos.


Arañas gigantes

Cargados con mochilas con comida, sacos de dormir, esterillas y tiendas de campaña, comenzamos nuestra ruta. El primer paso consistía en subir por la ladera de la montaña unos 6 km, si no recuerdo mal. Empezamos a subir por la carretera (todo curvas) y a los 10 minutos ya creía que me moría, y eso que llevaba la mochila que menos pesaba. Es lo que tiene no hacer deporte en una buena temporada. Sin embargo, al llegar a un sendero mucho mejor, ya que el ambiente estaba más húmedo, andabas por tierra y disfrutabas de las vistas.

Por el sendero podíamos ver helechos arborescentes, cactáceas, árboles cubiertos de líquenes, plantas con bonitas flores y bayas, que también probamos. A la hora de comer llegamos a una especie de bosque rodeado de niebla, con muchísima vegetación y con árboles enormes, donde hacía frío. Era precioso.


Después de comer seguimos ascendiendo un poco hasta llegar a la parte más alta y más plana. Pasamos por la plaine de tamarins, im-presionante. Me recordaba un montón a Jurassic Park. Solo hay que verlo en la foto. Fue uno de los lugares que más me gustó de la ruta.




La tarde fue muy bien, descendiendo paso a paso. Aunque a veces cansa más que la subida, ya que tienes que hacer esfuerzos por no resbalar e ir frenando.

Finalmente, cruzamos un río saltando de roca en roca, hasta llegar a un valle donde buscamos agua y refugio. Encontramos un albergue donde pudimos rellenar las botellas de agua y donde preguntamos si nos dejaban plantar la tienda en el recinto. Ante la negativa, ascendimos algo más y acampamos a eso de las 6 de la tarde, entre montañas.

Hacía muchísimo frío. El ambiente era muy húmedo y hacía mucho viento. Cenamos y nos acostamos a las 8 de la tarde, tras un duro día. A las 10 me desperté creyendo que la tienda se iba a volar, y escuchando como los ratoncillos de campo escarbaban en la basura. Pasé algo de miedo, no lo voy a negar.

Día 15

Nos levantamos a eso de las 7 de la mañana y nos higienizamos como pudimos en el río. Después, comenzamos a ascender hasta el pueblo de Marla, y de ahí, seguimos subiendo la montaña toda la mañana. Creo que fue lo más duro de toda la randonnée, hacía mucho sol y calor, y el ascenso nada más que eran escaleras y escaleras. Mientras que nosotros subimos una vez, una viejuna y su acompañante lo hicieron dos veces. Vergonzoso, sí xD


Marla



Subida mortal

Cuando llegamos a la parte de arriba, de nuevo cambió el ambiente, envolviéndonos otra vez la niebla. Era alrededor de las 12 y la mayoría de franceses sacaron sus barritas energéticas, descansaron 15 minutos y reemprendieron el camino. Nosotros no; sacamos nuestra lata de Raviolis de 1 kg y también preparamos una megaensalada. Fue un buen momento para darnos cuenta de que no llevábamos tenedores y que teníamos que comer con las manos.


En fin, tras reposar un buen rato empezamos el descenso. Para mí fue un poco mortal, muy largo y las botas de montaña que me dejó Neus me rozaban una barbaridad. Las vistas muy bonitas; vegetación sobre vegetación y arroyos y cascadas que caían por la ladera.


Árboles cubiertos de líquenes


Cuando llegamos a la carretera besamos el suelo. Yo no podía más y me puse unas chanclas (eso sí, con calcetines xD). Seguimos andando por la carretera hacia el pueblo de Cilaos (más grande que los anteriores), pasamos por un puente y disfrutamos otra vez de la inmensidad de la isla.


Dio la casualidad de que estábamos bastante cansados y llegamos a una parada de autobús que llevaba hasta el pueblo. Como iba a pasar en breve, nos esperamos. El conductor fue muy majo, nos dejó subir gratis porque el trayecto estaba a punto de acabar. Menos mal que subimos, ya que llegando al pueblo había un montón de curvas mortales que ascendían en zigzag.

Llegamos y fuimos al primer bar que encontramos. Empezamos a comer y a beber cerveza como cosacos. Pudimos disfrutar del lujo de tener un váter. También fuimos a comprar víveres y más bebida a un súper.

Total, acabamos más felices que unas pascuas y nos fuimos a acampar al parque del pueblo. Subrealista. No quiero pensar qué pasaría si acampara en un parque de mi ciudad, pero allí todo es distinto. Nadie se acercó a molestarnos. Teníamos un merendero donde cenamos bocadillos de atún con tomate y donde estuvimos jugando a las cartas hasta las 11 de la noche. Había ranas saltando por el césped... no me gustan las ranas :S


Parquecico en Google Earth xD

Día 16

Por la mañana teníamos que coger el bus de vuelta a casa a las 6, así que nos levantamos a las 5, recogimos todo y allá que fuimos. Casi se nos escapa. Los chicos y chicas cogen el bus a esa hora para hacer dos horas de viaje y poder llegar al instituto... anda que íbamos a ir nosotros al instituto bajo esas condiciones.

Llegamos a Saint Denis (la ciudad donde Neus tenía la residencia) sobre las 10 de la mañana. Un calor increíble. Yo solo quería llegar y ducharme. Peeero, cuando llegamos y nos conectamos a internet... surprise! Los padres de Rosa llevaban desde el miércoles mandándole mails diciéndole que había erupcionado un volcán en Islandia y que posiblemente cerrarían los aeropuertos de Europa por la nube de cenizas. Los últimos mails ya confirmaban el cierre. Así que llamamos a la compañía aérea y Neus e Iván se fueron haciendo autostop al aeropuerto. El resto, tras la merecida ducha, bajamos a Saint Paul para comprar regalos a familiares/amigos, y a comernos un kebab que nos supo a gloria.

Cuando llegamos a la residencia, Neus e Iván tenían noticias frescas: nuestro vuelo del día siguiente había sido cancelado. Yo me puse muy contenta, porque no quería volver tan pronto a casa, el tiempo se me había pasado volando. Aunque después te ponías a mirar las noticias y decían que a lo mejor el colapso aéreo podía durar 6 meses y cosas así... ya te cagabas un poco más.

La tarde la pasamos descansando y por la noche, todos los amigos de Neus de la residencia nos tenían preparada una especie de fiestecilla, ya que supuestamente al día siguiente íbamos a volver a casa. Estuvieron tocando la guitarra, los tamboricos, cantando, bebiendo... fue otra maravillosa noche.

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La ruta en cuestión

4 comentarios:

Maha dijo...

Pero qué bonito! por las fotos debió ser un paraje espectacular! :) todo verdecillo y arbolesco :3 aunque bien es cierto que acabaríais reventados jeje

Jordi M.Novas dijo...

dios santo, las fotos de las arañas es impactante..

Ricardo Astrauskas dijo...

Que paseo mas bonito, super las fotos y se nota que fue espectacular.

Bocaseca woman dijo...

Sí, el esfuerzo mereció la pena con tal de ver todo aquello.

Esas arañas las vimos desde el autobús el primer día, y solo es una pequeña parte de la gran telaraña que colgaba de los cables de electricidad de un poste a otro.

Gracias por vuestros comentarios!