...qué tienes?
P.D: El señor Burns se puede sustituir por un mosquito, como guste.
P.D.2: Sí, esto es lo que hacen las ganas de estudiar 0.
En su carta me advertía sobre los peligros que me esperarían en el mundo exterior, contándome ciertos casos que había visto con sus propios ojos... Me contó que allí fuera, el hombre parecía divertirse torturándonos, cosa que me asustó bastante.
Unas veces nos encendían unas antorchas de fuego en los cuernos. Debe ser algo horroroso tener esa luz encima de ti y que no te deja ver, pero todavía peor será notar ese calor angustioso y como caen las chispas del fuego quemándote en la piel. Te enfadas de tal manera que persigues a todos los humanos para que apaguen ese fuego, sin embargo, la única respuesta que obtienes son burlas... Otras veces nos hacen caer al mar...
Lo que me produjo un tremendo escalofrío fue leer algo que me escribió mi tío Matt sobre las tradiciones de ciertos pueblos, como la de Tordesillas. Allí, sueltan a un compañero nuestro, al que persiguen tirándole lanzas como si se tratara de hombres prehistóricos buscando alimento, para después arrancarle su símbolo de mayor "virilidad": ¡sus testículos! ¿Cómo pueden hacernos esto?
¿No es suficiente tortura tener que aguantar las burlas como para que nos arranquen los genitales? ¿Qué pasa, que así el hombre se siente más fuerte, cortándole los huevos a un animal cuya fuerza es superior? Me gustaría tener cara a cara a uno de estos hombres, sin herramientas de esas que fabrican para hacernos daño, a ver quién puede con quién.
... Últimamente mi cuidador se encontraba más amable de lo normal. Me daba más comida, me limpiaba más a menudo, incluso un día le dio por pesarme y medir mi cuerpo (tal vez me quería regalar un bonito traje). Pensé que tal vez lo que decía mi tío Matt El Viajero no era cierto. Mi amo parecía quererme.
Hoy ha sido el día en el que me han sacado de aquí, para llevarme a un lugar totalmente desconocido para mí, mucho más pequeño, cerrado por paredes y asfixiante. Más tarde, me abrieron una puerta, y corrí hacia fuera, deseando salir de ese nauseabundo lugar. Cuál fue mi asombro cuando ví ante mí a un hombre vestido de una forma bastante extraña y ridícula, y mucha gente sentada en los alrededores. Era el único de mi especie allí.
Aquel hombre al que llamaban “torero”, me tentó con una capa roja (color que me irrita muchísimo) y me avalancé sobre él; sin embargo, me consiguió esquivar... y así unas cuantas veces más. Cuando ya empezaba a notar mi cansancio, el torero sacó una banderilla y cuando menos lo esperaba, me la clavó en el lomo. Sentí todo ese dolor punzante, que se clavó en mis tejidos más externos... Fue entonces cuando comprendí que aquello que decía mi tío era verdad.
El hombre siguió provocándome, y yo corría hacia él intentándole cornear, pero él era más rápido que yo. Me clavó otra banderilla. Noté de nuevo esa sensación intensa de dolor, como si se tratara de largas agujas que se clavan por todo tu cuerpo y no puedes sacar. Esta vez me habían dado en un lugar que realmente me dolía. Traté de soportarlo y atacar de nuevo.
No sé cuántas veces más, ni cuantas banderillas más atravesaron gran parte de mi cuerpo. Mis fuerzas comenzaban a desvalecerse, mi boca se llenó de sangre que trataba de escupir, comencé a temer por mi vida, la sensación en mi interior era muy extraña. Caí en el suelo mientras el hombre se pavoneaba... Pero conseguí volverme a levantar.
De repente, el torero me clavó un estoque (una especie de espada). Sé que trató de clavármelo entre los omoplatos, intentando llegar a mi corazón debilitado, para así atravesarlo y acabar conmigo. No pudo, su torpeza no le dejó darme en el lugar idóneo.
Mis ojos se tiñeron de sangre, al igual que gran parte de mi piel. Agonizaba; notaba como me quedaba un pequeño hilo de vida. Ojalá me hubiera atravesado directamente el corazón, al menos mi sufrimiento se habría acabado, me había cansado de luchar. El resto de la gente aplaudía mi caída, contenta. Es algo que jamás podré entender: la diversión de ver a un animal morir de esa manera tan sangrienta.
Como aquel torpe hombre no conseguía clavarme el estoque en ese lugar, decidió tomar un estoque distinto, clavándomelo en la espalda, con el fin de cortarme la médula espinal. Lo consiguió.
Me encontraba allí tirado, sin apenas poder moverme, escuchando tan solo gritos y aplausos. Todo iba a acabar ya, así que me dije... tranquilo, cierra los ojos y no vuelvas a despertar en este mundo cruel.