Hace aproximadamente un año me propuse ser feliz. Pero fue a partir de entonces cuando siempre había algo que me impedía serlo... ironías de la vida. También me propuse no escribir en el blog cuando estuviera triste y ahora no escribo por otra razón muy simple: no tengo la necesidad de escribir. Y las cosas que se hacen por obligación acaban mal.
Ahora sé que la felicidad viene en forma de pequeños momentos que te hacen ser feliz en una vida que no es especialmente fácil, y que no hay que buscarlos. Es algo que no se debe forzar. Una estará feliz cuando le toque estar feliz. No es algo permanente, y si lo fuera, probablemente tendría un problema en mi cerebro.
Los pequeños golpes son los que te ayudan a crecer y a luchar por conseguir un huequecito en el que estés a gusto en este mundo. Aunque haya días durísimos, en los que una piensa que todo lo que hace no le va a servir para nada, que está perdiendo el tiempo, o que la gente lo único que quiere es aprovecharse, hay otros mucho mejores. Quizás el no saber que va a ser de mí en el futuro me desconcierte y desespere a la vez, pero ahora estoy dispuesta a muchas cosas de las que antes no estaba, y tampoco estoy dispuesta a cosas a las que antes sí estaba. En esta vida no hay nada planeado... ¿o sí? En cualquier caso, creo que es mejor planear solo aquello que es inevitable planear. Y dejar que lo demás venga solo.
Este año he conseguido asistir a clases de inglés, clases de máster, gimnasio, llevar una investigación propia, y no volverme loca. También conseguí defencer el trabajo fin de máster dejando a un lado mis inseguridades, y bien hecho. Aunque para buscar un puesto de trabajo eso quizás no diga nada (tal y como están las cosas), para mí ha sido todo un reto personal. Ahora todo es un poco más difícil... estoy tratando de conseguir alguna beca para hacer el doctorado, pero en este país parece ser prácticamente imposible. Así que bueno, voy a empezar a combinar el trabajo del laboratorio con clases particulares a estudiantes, y a su vez con ir de vez en cuando a la clínica de reproducción donde hice las prácticas de empresa. Solo consigo algo por las clases particulares, pero de momento y para ir tirando, va a ser suficiente. Si no, al año que viene saldré de este país, junto a un buen compañero de viaje, o por lo menos se intentará. Y es que en este mundo, todavía hay cosas que son más importantes que el dinero.
Y claro que no todo ha sido malo este año... he tenido tiempo para hacer varios viajes: Valencia (MTV Winter), Sevilla y Zaragoza. Pero sin duda alguna, fueron las 3 semanas en Irlanda las que me hicieron ver las cosas de otra manera. Me dieron una beca para realizar un curso de inglés y decidí irme a la ciudad de Galway (preciosa, por cierto). Al principio fue un poco duro... el horario de las clases me impedía socialiar, la casa no era exactamente como la esperaba e iba un poco perdida en clases de C1. Luego la cosa mejoró... hice más amigos y todos los días tenía algo nuevo que hacer. Y si no, disfrutaba de largos paseos by my own. Visité las islas de Arán, los acantilados de Moher, los parques nacionales de Connemara y Killarney, Cork, Cobh y Dublín. Y cuando una ya está tan bien, es cuando tiene que volver.
Por lo menos, ya tengo la experiencia de haber vivido en otro país, con otra cultura... aunque haya sido poco tiempo. Me ha venido muy bien cambiar de aires y no tengo miedo a hacerlo de nuevo, solo hay que buscarse las castañas (ya sé que no es fácil). La distancia solo es algo relativo.
Este es un pequeñísimo resumen del último año de mi vida, o el que públicamente quiero mostrar. Como ya he dicho antes, seguramente no vuelva a escribir en el blog, porque ya no lo necesito. Mis sentimientos los canalizo de otro modo. Soy más fuerte que antes, aunque no puedo evitar derrumbarme de vez en cuando. Y ahí es cuándo entra el juego él, al igual que muchas otras personas. Quizás en un futuro vuelva a escribir... ¿quién sabe?
De momento, solo deciros hasta luego, y gracias por el pescado.
Ahora sé que la felicidad viene en forma de pequeños momentos que te hacen ser feliz en una vida que no es especialmente fácil, y que no hay que buscarlos. Es algo que no se debe forzar. Una estará feliz cuando le toque estar feliz. No es algo permanente, y si lo fuera, probablemente tendría un problema en mi cerebro.
Los pequeños golpes son los que te ayudan a crecer y a luchar por conseguir un huequecito en el que estés a gusto en este mundo. Aunque haya días durísimos, en los que una piensa que todo lo que hace no le va a servir para nada, que está perdiendo el tiempo, o que la gente lo único que quiere es aprovecharse, hay otros mucho mejores. Quizás el no saber que va a ser de mí en el futuro me desconcierte y desespere a la vez, pero ahora estoy dispuesta a muchas cosas de las que antes no estaba, y tampoco estoy dispuesta a cosas a las que antes sí estaba. En esta vida no hay nada planeado... ¿o sí? En cualquier caso, creo que es mejor planear solo aquello que es inevitable planear. Y dejar que lo demás venga solo.
Este año he conseguido asistir a clases de inglés, clases de máster, gimnasio, llevar una investigación propia, y no volverme loca. También conseguí defencer el trabajo fin de máster dejando a un lado mis inseguridades, y bien hecho. Aunque para buscar un puesto de trabajo eso quizás no diga nada (tal y como están las cosas), para mí ha sido todo un reto personal. Ahora todo es un poco más difícil... estoy tratando de conseguir alguna beca para hacer el doctorado, pero en este país parece ser prácticamente imposible. Así que bueno, voy a empezar a combinar el trabajo del laboratorio con clases particulares a estudiantes, y a su vez con ir de vez en cuando a la clínica de reproducción donde hice las prácticas de empresa. Solo consigo algo por las clases particulares, pero de momento y para ir tirando, va a ser suficiente. Si no, al año que viene saldré de este país, junto a un buen compañero de viaje, o por lo menos se intentará. Y es que en este mundo, todavía hay cosas que son más importantes que el dinero.
Y claro que no todo ha sido malo este año... he tenido tiempo para hacer varios viajes: Valencia (MTV Winter), Sevilla y Zaragoza. Pero sin duda alguna, fueron las 3 semanas en Irlanda las que me hicieron ver las cosas de otra manera. Me dieron una beca para realizar un curso de inglés y decidí irme a la ciudad de Galway (preciosa, por cierto). Al principio fue un poco duro... el horario de las clases me impedía socialiar, la casa no era exactamente como la esperaba e iba un poco perdida en clases de C1. Luego la cosa mejoró... hice más amigos y todos los días tenía algo nuevo que hacer. Y si no, disfrutaba de largos paseos by my own. Visité las islas de Arán, los acantilados de Moher, los parques nacionales de Connemara y Killarney, Cork, Cobh y Dublín. Y cuando una ya está tan bien, es cuando tiene que volver.
Por lo menos, ya tengo la experiencia de haber vivido en otro país, con otra cultura... aunque haya sido poco tiempo. Me ha venido muy bien cambiar de aires y no tengo miedo a hacerlo de nuevo, solo hay que buscarse las castañas (ya sé que no es fácil). La distancia solo es algo relativo.
Este es un pequeñísimo resumen del último año de mi vida, o el que públicamente quiero mostrar. Como ya he dicho antes, seguramente no vuelva a escribir en el blog, porque ya no lo necesito. Mis sentimientos los canalizo de otro modo. Soy más fuerte que antes, aunque no puedo evitar derrumbarme de vez en cuando. Y ahí es cuándo entra el juego él, al igual que muchas otras personas. Quizás en un futuro vuelva a escribir... ¿quién sabe?
De momento, solo deciros hasta luego, y gracias por el pescado.