18 marzo 2010

Pequeños invasores

Si mi anterior hogar se caracterizaba por la aparición esporádica (o más que esporádica, sobre todo en verano) de cucarachas, probablemente los bichos que más odie y tema de este planeta, en mi actual casa los animalillos que aparecen son más simpáticos. O al menos eso es lo que a mí me parece, aunque bajo esa apariencia inofensiva conspiran para acabar con las obras literarias y todo nuestro conocimiento...

Los insectos de los que hablo son los pececillos de plata. El nombre científico de la especie es Lepisma saccharina, perteneciente a la familia Lepismatidae, que junto a otras conforma el orden de los Thysanura (muy primitivo).


Aquí una foto del que sorprendí ayer en la cocina

Estos bichitos huyen de la luz, por lo que viven en lugares oscuros y húmedos, escondiéndose sobre todo en las grietas de las paredes. En general, tardan unos cuatro meses en alcanzar la madurez para poder reproducirse. Cuando la temperatura ambiental se encuentra en un rango entre los 25 y los 30ºC (algo muy común en esta zona), se reproducen de forma óptima y las hembras pueden poner alrededor de 100 huevos, lo que puede comenzar a ser un problema.

Su dieta se basa en alimentos de origen vegetal con alto contenido en glúcidos. Así, consumen todo aquello que tenga un alto contenido en almidón y celulosa, o incluso otros polisacáridos como la dextrina utilizada en la encuadernación de libros o la gelatina de las fotografías. Por eso también es muy común encontrarlos entre las hojas de los libros. Además, también se alimentan de cabello, algodón, lino y seda, por lo que pueden llegar a dañar la ropa.


En realidad, no me importa ver de vez en cuando algunos pececillos de plata pululando por la cocina por las noches. Sin embargo, me preocupa algo su dieta basada en celulosa, pues si el número de individuos fuese aumentando, podría empezar a ver las páginas de mis libros preferidos mordidas...
aunque esto es poco probable, ya que deberían ser muchos y los daños tardarían a ser grandes porque su aparato bucal está poco desarrollado.

Recuerdo que cuando era pequeña, me gustaba ver las fotografías antiguas guardadas en un cajón de mi campo, en cuyos bordes veía una especie de mordiscos o agujeritos. Al preguntarle a mi madre qué les había pasado a las fotos, me respondía que eran los pescaítos, que se las comían. Y yo me preguntaba... ¿los pescaítos no estaban en el agua?


En fin, la mayoría de las veces les perdono la vida, porque no me resultan desagradables y me da pena matarlos. Pero si la cosa va a más, tendré que empezar a tomar medidas drásticas y empezar a deshacerme de ellos o algo :S

Fuente: Botanical-Online

2 comentarios:

Laura dijo...

pues a mi, como todo bicho que se precie me dan ASCO.
En el segundo piso en el que viví en murcia (en el primero había otros bichos mas peligrosos, asquerosos y horrorosos) me salían de estos en el armario. Yo me cagaba en su p. madre y gritaba xD
dios, odio a todos los putos insectos de este planeta (menos las mariquitas, que son taaaan adorables)

Chasky dijo...

Yo ni me lo pensaría dos veces, en cuanto viera al primero comenzaría a tomar medidas para terminar con todos.